Muchas veces metemos la pata, consciente o inconscientemente y hacemos cosas que resultan ofensivas u hirientes para otras personas.
Es necesario tener la humildad suficiente para aceptar el error y pedir disculpas.
Por alguna razón, esta cosa tan humana y sencilla como equivocarse y rectificar, a algunas criaturas les resulta sumamente difícil.
Es cuestión primero de intentar no hacer las cosas mal, y luego probar a decirlo, es simple y muy beneficioso, la verdad.
Pedir perdón es mucho más difícil que pronunciar una palabra… tengo a varias personas a las que quiero mucho pero que por su carácter son incapaces de pedir perdón. Sin embargo sé que les gustaría hacerlo, sólo que no pueden. Besitos y… espero que hayas solucionado lo de la cocina… O_O
Hola Leny y Pilar, gracias por vuestros comentarios.
El día anterior a esta minientrada me ardió media cocina, y el susto fué mayúsculo.
Eso y otra serie de problemas que me han venido encadenados, unidos a un millón de tareas, me han tenido un poco bloqueada mentalmente.
Más "no hay mal que 100 años dure, ni cuerpo que lo resista", así que espero retomar de nuevo la rutina, que tengo el blog y las redes sociales medio en el aire y acabaré el post, ya que mi reflexión era más larga, la verdad.
Un saludito chicas, me levanta mucho el ánimo saber que hay gente aquí tras la pantalla.
Tienes razón, cuesta reconocer que nos hemos equivocado; aunque el alivio al hacerlo es mayor que el sufrimiento de guardártelo.
Totalmente de acuerdo, me ha encantado esta reflexión corta pero directa.
Un abrazo
Lxx